CERRO SARAJA
Esta
duna de suaves arenas se ha formado en tiempos inmemoriales, por
migraciones sistémicas por efecto eólico, tal vez desde la misma
aparición de los hombres en esta parte de lo que ahora se conoce como
los valles de Ica. Para los antiguos iqueños siempre fue un cerro
sagrado, un cerro al que nadie osaría depredar y menos retirar sus
arenas o sus huarangos milenarios, como sucede ahora, con osadía e
impunidad. La aparición en sus inmediaciones de la Urbanización Santa
María y más recientemente de varios Pueblos Jóvenes, hasta las mismas
faldas del mismo cerro, han permitido el trazo de pistas y caminos que
ahora utilizan estos camiones y volquetes para retirar las grandes
cantidades de arena. El Cerro de Saraja tiene especial significación
para la memoria colectiva y el imaginario de los iqueños, de allí se
sustenta las varias leyendas que narran su origen o describen el
misterio de esta inmensa mole de finas partículas de sílice. El Cerro de
Saraja mantuvo su encanto hasta inicios del siglo XX pero fue la mano
del hombre la que extinguió su laguna que brotaba en su base y también
desapareció la fauna silvestre que allí habitaba. Este Cerro histórico
fue curado -como tantos otros- por nuestro querido Fray Ramón Rojas e
incrustado en su parte cenital una cruz de madera para que protegiera a
nuestra ciudad.
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